lunes, 10 de marzo de 2008

A vueltas con la Iglesia...

No hay secta más beligerante que la Iglesia: en su alocada carrera hacia la más rematada falsificación de sí mismo, el cristianismo quiere ser visto como el mismísimo pacifismo reencarnado. Pero su belicismo es innato. Están en Cruzada Perpetua. Se hicieron con el Poder después de demostrar a los emperadores asiáticos y romanos de turno que eran la más sectaria y cruel de las tropas clásicas y, desde entonces, se encuentran acuartelados. Nunca nos olvidemos de que las Cruzadas propiamente dichas (20 millones de asesinados entre 1095 y 1291), además de inventar las guerras de religión, cavar un abismo entre el Este y el Oeste y retrasar varios siglos la humanización de Europa, fueron un pálido anuncio de lo que vino después y continúa hasta hoy: las sucesivas cruzadas contra los amerindios, contra los indostanos, contra los africanos etc., elevan de veintenas a centenas y millares de millones los masacrados en nombre de la cruz.

DE OCCIDENTE?????

El cristianismo quiere ser sinónimo de occidentalismo. Sin embargo, hasta que no aparecieron los bigotes de Gengis Khan (ca. 1167-1227), hubo muchos más cristianos al este de Damasco que al Oeste. El cristianismo es oriental en su nacimiento, juventud y madurez. No sólo el Padre Mitra es “oriental” sino que las primeras iglesias cristianas también lo fueron. Las similitudes entre mitraísmo y primer cristianismo son tan abundantes y obvias que sólo pueden calificarse de plagio. En efecto, el cristianismo comenzó su carrera perpetrando un escandaloso calco en ritos y supersticiones tan aparentemente cristianas como el bautismo, la comunión, el agua bendita, la adoración de los pastores en el pesebre de Mitra-Jesús, la santificación del 25 de diciembre (nacimiento de Mitra/Jesús), la observancia de los domingos, la inmortalidad del alma, el juicio final y la resurrección de la carne. Los cristianos plagiaron el mitraísmo en bloque...

TRANSMISORES DE LA CULTURA?????

¿Porqué la ciencia occidental por antonomasia –la grecorromana-, tuvo que ser conservada y transmitida por los árabes?. Retrocedamos a los siglos anteriores al Medioevo, lleguémosnos hasta el lóbrego tiempo en el que el cristianismo tomó el Poder (ca. 312) con Constantino I. Ese tiempo, ¿no coincide, acaso, con el fin de la ciencia clásica?. Ahora bien, ninguna ciencia se extingue por sí misma. Entonces, ¿quién extinguió la ciencia clásica?. Mejor dicho: ¿quién exterminó a los científicos clásicos, quién incendió sus institutos, quién torturó a sus artistas?.

Huelga la respuesta: el cristianismo.

Empezando por Constantino, enfebrecido destructor de toda sabiduría acumulada por la tradición así fueran las vidas de los intelectuales críticos o las bellezas de los templos paganos. ¿Hasta cuándo vamos a tolerar que se atribuya a la barbarie turca la destrucción del Partenón cuando, desde siglos atrás, los primeros y los segundos cristianos estaban arrasando todo el Mediterráneo, Grecias y Romas obviamente incluidas?.

Todavía estamos esperando que algún Sumo Pontífice Romano se arrepienta de haber hecho retroceder a la Humanidad varios siglos. Más aún, dentro de esa secta, sus jerarcas pre-medievales se vanagloriaron de perseguir cual todo hálito científico y artístico. El historiador de la ciencia todavía se espanta cuando, entre otros incontables ejemplos, recuerda que el emperador cristiano Flavio Joviano ordenó en el año 364 el incendio de la famosa biblioteca de Antioquia; o cuando estudia las razzias de los obispos Teófilo y Cirilo (siglos IV y V), verdaderos dominicos, psicópatas torquemadas profesionalmente hostiles a la razón y la belleza.

PACÍFICOS????

¿Qué han hecho los cristianos cuando han accedido al Poder?. Fijémonos sólo en algunos de esos casos -no demasiado raros- en los que el Poder es ocupado literal y directamente por curas católicos. Por ejemplo: en Eslovaquia, el cura católico Jozef Tiso (1887-1947) colaboró con Hitler desde 1938 y, en pago a sus delaciones y masacres, fue nombrado por el Führer Presidente de un gobierno eslovaco títere.Quizá convenga recordar a los asesinados en las ergástulas del cristianismo. Nunca se repetirá demasiado el nombre de Jasenovac (Croacia). Jasenovac ha pasado a la Historia Universal de la Infamia como el tercer campo de exterminio en cuanto a número de masacrados -700.000 según algunas cuentas-. Durante la II Guerra Mundial fue organizado y dirigido por sacerdotes católicos, en especial, por frailes franciscanos. El más (tristemente) famoso de los directores de Jasenovac fue el franciscano Filipovic-Majstorovic Miroslav. Majstorovic –nombre con el que era conocido en ese matadero-, se especializó en inventar torturas y, puesto que disponía de suficientes cobayas (izquierdistas, ortodoxos, gitanos, judíos, homosexuales, etc.), no se le puede negar que asesinó con gran variedad de métodos. Desde clavar astillas de madera en el paladar hasta obligar a unos presos a que se entremataran con un martillo pilón; pero la cúspide de su delirio consistió en organizar certámenes nocturnos de degollación. El campeón fue el catecúmeno franciscano Brzica quien, durante la noche del 29 de agosto de 1942, consiguió degollar a 1.360 personas [han leído bien: mil trescientas sesenta]. Todo un record. Los frailes de Jasenovac no necesitaron nunca del asesoramiento nazi puesto que disponían de mejores profesores –y, además, del mismo hábito-. No hicieron otra cosa que continuar una acendrada tradición que se remonta al año 359, cuando los cristianos inventaron en Skitópolis (Siria), el primer campo de concentración que registra la Historia occidental.